sábado, febrero 17, 2007
Buda... para principiantes.
jueves, febrero 15, 2007
El día del amor y la amistad
miércoles, enero 10, 2007
No estaba muerta...
Para refrescarlos un poco del calor navideño fuimos a cenar al lado del río unas ricas jaibas singapurenses entre otros platillos de pescado y mariscos. Va a estar largo el relato y ya ellos tendrán más detalles que contarles, por el momento les dejo estas fotos de los primeros días, aun sin ojeras ni bolsas je,je.
jueves, octubre 19, 2006
Dalí en Singapur
jueves, octubre 12, 2006
Moon Festival
domingo, septiembre 17, 2006
Fiestas Patrias
viernes, septiembre 08, 2006
El Fantasma Hambriento
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra,
aunque sea oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
NETZAHUALCÓYOTL
Nada tan seguro como la muerte que un día ha de llegar y nada tan incierto como lo que le seguirá. Cómo conturba nuestras vidas este tema, mucho antes que nuestro poeta mexica ya otros buscaban sus respuestas, elaboraban teorías, ritos y argumentos, aferrándose a sus vidas y a sus muertos.
Para los chinos el séptimo mes del año lunar, que en nuestro calendario corresponde al mes de agosto, es considerado como un periodo precario. Se tiene la creencia de que el último día del sexto mes, a la media noche, se abren las puertas del purgatorio y los fantasmas salen a vagar por la tierra para buscar comida después de haber estado cautivos durante doce meses.
Con algunas similitudes a nuestro día de muertos, el festival del fantasma hambriento es celebrado para recordar a los familiares muertos y rendirles tributo. Este año se llevó a cabo del 8 de agosto al 6 de septiembre; el primer día del séptimo mes es dedicado a rezar por los parientes muertos. Se queman palitos de incienso y se ponen mesas con comida, fruta y monedas afuera de las casas.
En algunos barrios de Singapur es común ver óperas callejeras llamadas "wayangs", siempre se llevan a cabo en la noche y se cree que este entretenimiento complace a los fantasmas errantes. Enfrente del escenario hay una carpa con un altar dedicado a los cuatro guardianes de las puertas del cielo, se prenden unos palos gruesos de incienso y se coloca una mesa con varios platillos, frutas, velas y bolsitas con dulces, pan y fruta. Las bolsas son utilizadas para una subasta entre los que contribuyeron en la realización del altar; un exitoso postor es premiado con buena suerte durante los siguientes doce meses.
Además de los banquetes ofrecidos durante todo el mes, los chinos hacen una serie de singulares ofrendas a sus muertos como la quema de billetes de papel también conocido como "dinero del infierno", así mismo se queman otros artículos de papel como televisiones, carros, radios, etc. para los parientes muertos, pues tienen la creencia de que tales ofrendas llegan a los fantasmas y les ayudan a "vivir" más cómodamente en su mundo. Por lo pronto y si quedo en estos lares ya encargué mi ventilador y mi BMW, lo que gusten agregar es bienvenido.
lunes, septiembre 04, 2006
domingo, agosto 20, 2006
El Día Nacional
jueves, agosto 17, 2006
Víspera del "National Day"
¿El cuadro que más me gusto? Dos mujeres recargadas en una palmera; una era una abuela de origen chino con el nieto en brazos, la otra, una india cargando a su bebé. Los niños intercambiando sonrisas, jugando a descubrir sus rostros de detrás del cabello, el sari o el pecho de sus cuidadoras.
¡Tanto qué descubrir en esa multitud! Me vi ahí, una alma entre el gentío de chinos, malayos, indios y otros más. Una chilanga observadora. ¿En qué consiste esa habilidad, virtud y derecho que es el respeto?, ¿cuál es la mejor vía para los acuerdos? No lo sé al igual que muchos, pero seguro existe, se trabaja se construye día a día, caminando entre la tolerancia y el libre albedrío... supongo.
El caso es que ahí estaba yo, con el mejor "recuerdito" que tengo de Puebla. Esperando los fuegos artificiales del 8 de agosto que darían inicio a las celebraciones del Día Nacional o de los 41 años de Singapur como país independiente. Por supuesto que llegamos dos horas antes para conseguir un buen lugar, pero no fue tan fácil como pensé. Con sus debidas proporciones aquello parecía el Zócalo un día 15 de septiembre por la tarde. Una pareja de novios le hizo un huequito a la poblana para que se sentara a la orilla del malecón.
Para matar el tiempo y el antojo de María Luisa, fui a comprar elote a uno de los varios puestos de botanas y vasitos de elote que se habían instalado con motivo del festejo. Casi se me sale la lagrimita al recordar mis queridos esquites con limón, sal, chile y ese toque de epazote que ignoran por acá. Pero ni modo, me tuve que conformar con granos de elote dulce con mantequilla y sal, en un intento de mejorar el sabor. Mientras estaba en la fila, le echaba un ojo a mi retoño y otro al avance de la misma.
Estuve formada por 20 minutos y a cada vistazo cambiaba la imagen, primero la ví sentada donde la había dejado, después estaba platicando con dos niños, al rato tenía un pan en la mano y estaba cómodamente recargada, después reía a carcajadas con sus nuevos amigos. Para cuando había avanzado la mitad del camino tenía un dulce en la mano y la mamá de los niños le regalaba una bolsita de kleenex para que se limpiara la boca. Pensé entonces que debía comprar una botana para compartir con ellos. ¡Ah! pero el destino siempre tiene otras ideas para los mortales, cuando llegó mi turno se habían acabado los cucuruchos en los que daban los cacahuates y sólo compré elote. Doce años antes, en mi luna de miel sucedía una historia muy similar: en un juego de los Yankees pasé dos entradas formada en una fila, tratando de conseguirle hot dogs a mi marido, cuando llegó mi turno sólo quedaban pretzels, "peor es nada" pensé y regresé al encuentro de mi true love con dos cervezas y el pretzel. Cuando llegué me enteré que ya había pasado el de los hot dogs, Alejandro se había comido dos y tomado una cerveza. Si hubiera sabido que aquello era un mensaje divino... en fin.
En la espera del espectáculo se empezó a llenar de gente el lugar, algunos coreaban y otros se movían al ritmo de las canciones el malayo, tamil, inglés y mandarín, que se habían compuesto para festejar el cumpleaños de la Isla y que se escuchaban como música de fondo en aquella conglomeración. A las nueve en punto comenzaron los cohetes en colores blanco y rojo, como una lluvia de estrellas, como mil luces alumbrando mil caminos en perfecta armonía.