Un remedio para la tos

Siempre pensé que no había cosa peor que tener gripe en temporada de calor, por lo menos en el frío te acurrucas en la cama con calcetines y pijama de franela; si quieres ver la TV, te preparas un té calientito y arrastras tu cobija hasta el sofá. Bueno hasta cuando tienes que salir no hay nada más reconfortante que enredarte la bufanda al cuello y sentir como se va entibiando mientras cargas tu taza de café para el camino, ¡ah! hasta creo que podría disfrutarlo.
Se vale soñar dicen por ahí, y mi sueño en este momento sería tener clima frío en Singapur o la gripe en un lugar frío porque no sé qué me sofoca más; si el andar tosiendo y con la nariz tapada, o la bochornosa humedad caliente de esta isla. En teoría el clima debería ayudarme a esto de la congestión nasal y la resequedad de la garganta pero en la realidad es nefasto, siento que me explota la cabeza y me muero por un vaso de Coca con hielos hasta el tope.
En mi urgencia por encontrar algún alivio y en mi flojera de visitar al doctor, me fui a buscar algún remedio para la tos. No puedo consultar a mi hierbera favorita del mercado, así que probé en el mercado de por acá y encontré una "farmacia" de remedios chinos. ¡Ah cómo me acordé de mi tía Angélica! me la imaginaba diciéndome "mira hijita esto es bueno para el cabello... yo siempre tomo de éstas para la circulación... cómprate esta raíz para bajar de peso", etc. Seguramente ella me hubiera recomendado algo y sobre todo, me hubiera explicado qué hacen los chinos con tanta cosa y de verdad que nos hubiera ayudado bastante porque ahí estábamos los tres mexicanos intentando adivinar aquello, pues el 90% estaba en chino y los que llegaba a tener etiquetas en cristiano las tenían muy escuetas. Había frijoles diminutos de diferentes colores, verdes, blanco, negros, beiges. Una serie de raíces, frutas secas y cosas raras que jamás me hubiera imaginado. Entre algunos remedios había caballitos de mar, tendones de venado, aletas de tiburón y otras cosas más que preferí no averiguar.
Me regresé al pasillo de las cosas vegetales, pa' no arriesgar, y finalmente encontramos una cajita que decía sopa para la tos y fortalecimiento de los pulmones, las instrucciones eran claras, conocíamos la tercera parte de los ingredientes y pues fue la elegida. Llegamos a la casa y tal como lo decía la etiqueta puse mi olla de agua a hervir y le agregué el contenido de la caja; cada ingrediente venía en su respectiva bolsita, incluía una naranja deshidratada, rebanadas de pera, nueces y dos especies de raíces que ni idea de dónde salen. Se podía endulzar con azúcar así que lo hice tal cual decía, tomé mi taza de Apan para sentir que tomaba algo más familiar y me serví el brebaje. A excepción de una de las raíces, todo tenía buen sabor, como un ponche sencillo o un té de frutas. Me lo tomé todo en tres días, mañana y noche, obviamente había que prender el aire acondicionado para que mi cerebro asimilara que estaba tomando algo caliente. Como que quiso ceder la tos, pero finalmente salió triunfante de manera que tuve que visitar al médico, alópata, por supuesto.
De todos modos fue una buena experiencia y la tal sopa no sabía tan mal, por lo menos no era sopa de tortuga con gusanos, ni de caballitos de mar y sólo la tome en mi desesperación por aliviar la tos y no por el gusto de comer las "mascotas" preferidas de Pitus que resultan ser los manjares de algunos chinos. En gustos se rompen géneros, no cabe duda.