domingo, agosto 20, 2006

El Día Nacional



Desde finales de julio la ciudad comenzó a vestirse de rojo y blanco. Escuelas, edificios, negocios, parques, etc. se adornaron principalmente con banderas de Singapur debido a la celebración de su Independencia el día 9 de agosto.



La bandera está dividida horizontalmente en dos partes iguales de manera que se forman dos franjas; la inferior es de color blanco y la superior de color rojo. En el extremo izquierdo de la roja destacan, en color blanco, una luna creciente y cinco estrellas formando un círculo. El color rojo simboliza la hermandad universal y la igualdad entre los hombres y mujeres diría Fox; el blanco, la pureza y la virtud prevalecientes y eternas. La luna creciente representa a la nación joven en ascenso y las cinco estrellas se refieren a los ideales de la nación: Democracia, paz, progreso, justicia e igualdad.



El evento principal en este día es el Desfile del Día Nacional que se lleva a cabo en el Estadio Nacional (muy nacionalistas como verán). En este año el tema para el desfile fue "Nuestra ciudad global, nuestra casa" y en él participaron las escuelas locales con diferentes bailes, tablas gimnásticas y bandas musicales; las diversas divisiones del ejército y la policía y los cantantes locales más reconocidos entonando canciones escritas especialmente para este día. Lo más emotivo fue la mezcla de culturas conviviendo, los mensajes y las canciones en inglés, mandarín, malayo y tamil. Todo el espectáculo fue presentado por los dos anfitriones más famosos del momento en la televisión singapurense. Y para cerrar no pudieron faltar los fuegos artificiales.



Nosotros observamos el evento desde la comodidad de nuestro hogar, pues aunque el día fue libre, el siguiente ya no lo era. Después de comentar el espectáculo, empezó el antojo de la cena y qué mejor manera de festejar el Día Nacional, que comiendo un ¡platillo nacional! Así que tomamos un taxi rumbo a East Coast y llegamos a uno de los mejores restaurantes de Chilli Crab. El Chilli Crab, como su nombre lo indica, es cangrejo preparado en una salsa elaborada con chile, ajo, gengibre, salsa de soya, vinagre, aceite de ajonjolí y salsa catsup, entre otros ingredientes. Aunque conserva el sabor a chile, no es un platillo picante y la salsa combina perfectamente con el sabor del cangrejo. Para saborearlo mejor, se acompaña con una orden de bollitos que pueden estar cocidos al vapor o fritos, se remojan en la salsa y a disfrutar del manjar. Como verán nosotros pedimos arroz y vegetales para acompañar y por supuesto que casi nos regresamos caminando.








jueves, agosto 17, 2006

Víspera del "National Day"

Cerca del Merlion, símbolo de Singapur, a la orilla de la bahía. Un grupo de amigos sentados en círculo compartiendo coolers e ideas. Familias haciendo pic-nic en la banqueta. Un abuelo meciendo una carreola. Cinco niñas sentadas en una banca vistiendo uniforme de secundaria. Tres oficinistas haciendo equilibrio para sentarse en el piso, con las zapatillas en una mano y la bolsa en la otra. Una pareja de novios mirándose.

¿El cuadro que más me gusto? Dos mujeres recargadas en una palmera; una era una abuela de origen chino con el nieto en brazos, la otra, una india cargando a su bebé. Los niños intercambiando sonrisas, jugando a descubrir sus rostros de detrás del cabello, el sari o el pecho de sus cuidadoras.

¡Tanto qué descubrir en esa multitud! Me vi ahí, una alma entre el gentío de chinos, malayos, indios y otros más. Una chilanga observadora. ¿En qué consiste esa habilidad, virtud y derecho que es el respeto?, ¿cuál es la mejor vía para los acuerdos? No lo sé al igual que muchos, pero seguro existe, se trabaja se construye día a día, caminando entre la tolerancia y el libre albedrío... supongo.

El caso es que ahí estaba yo, con el mejor "recuerdito" que tengo de Puebla. Esperando los fuegos artificiales del 8 de agosto que darían inicio a las celebraciones del Día Nacional o de los 41 años de Singapur como país independiente. Por supuesto que llegamos dos horas antes para conseguir un buen lugar, pero no fue tan fácil como pensé. Con sus debidas proporciones aquello parecía el Zócalo un día 15 de septiembre por la tarde. Una pareja de novios le hizo un huequito a la poblana para que se sentara a la orilla del malecón.

Para matar el tiempo y el antojo de María Luisa, fui a comprar elote a uno de los varios puestos de botanas y vasitos de elote que se habían instalado con motivo del festejo. Casi se me sale la lagrimita al recordar mis queridos esquites con limón, sal, chile y ese toque de epazote que ignoran por acá. Pero ni modo, me tuve que conformar con granos de elote dulce con mantequilla y sal, en un intento de mejorar el sabor. Mientras estaba en la fila, le echaba un ojo a mi retoño y otro al avance de la misma.

Estuve formada por 20 minutos y a cada vistazo cambiaba la imagen, primero la ví sentada donde la había dejado, después estaba platicando con dos niños, al rato tenía un pan en la mano y estaba cómodamente recargada, después reía a carcajadas con sus nuevos amigos. Para cuando había avanzado la mitad del camino tenía un dulce en la mano y la mamá de los niños le regalaba una bolsita de kleenex para que se limpiara la boca. Pensé entonces que debía comprar una botana para compartir con ellos. ¡Ah! pero el destino siempre tiene otras ideas para los mortales, cuando llegó mi turno se habían acabado los cucuruchos en los que daban los cacahuates y sólo compré elote. Doce años antes, en mi luna de miel sucedía una historia muy similar: en un juego de los Yankees pasé dos entradas formada en una fila, tratando de conseguirle hot dogs a mi marido, cuando llegó mi turno sólo quedaban pretzels, "peor es nada" pensé y regresé al encuentro de mi true love con dos cervezas y el pretzel. Cuando llegué me enteré que ya había pasado el de los hot dogs, Alejandro se había comido dos y tomado una cerveza. Si hubiera sabido que aquello era un mensaje divino... en fin.

En la espera del espectáculo se empezó a llenar de gente el lugar, algunos coreaban y otros se movían al ritmo de las canciones el malayo, tamil, inglés y mandarín, que se habían compuesto para festejar el cumpleaños de la Isla y que se escuchaban como música de fondo en aquella conglomeración. A las nueve en punto comenzaron los cohetes en colores blanco y rojo, como una lluvia de estrellas, como mil luces alumbrando mil caminos en perfecta armonía.




Pájaros



Me gustó mucho ir al Bird Park porque vi muchos pájaros, me gustan las aves porque pueden volar y hablar, nosotros no entendemos pero ellos también hablan. Son bonitos porque aunque todos son pájaros, son diferentes. Unos nadan y otros vuelan, se avientan como si se fueran a caer y luego vuelan.

Lo que más me gustó fue que los pájaros se me pararan en los brazos.

Cuando deje de ser persona voy a ser un pájaro, podré mirar todo desde arriba y cuando te quiera saludar puedo bajar a verte. Voy a venir a los hawkers cuando estés comiendo y voy a probar tu comida.

María Luisa

martes, agosto 01, 2006

El cumpleaños de Pitus

La poblana festejó su sexto aniversario de vida, el pasado 22 de julio, dos días antes de la fecha real por aquello de la disponibilidad de los invitados. Como cada verano, surgió la preocupación de que no hubiera suficientes invitados no sólo por las dichosas vacaciones sino por nuestra reciente aparición en estos lares.

Con eso de que, en nuestro concepto, el mitote está ligado a la cantidad de asistentes decidí reorganizar mis ideas y concentrarme en la calidad del evento. Sólo los más íntimos y estimados de María Luisa serían invitados, la elección sería fácil puesto que en el colegio sólo tiene dos amigos, Jacob y Maykala, quienes afortunadamente no estaban fuera de la ciudad; de manera que la fiesta sería completada con nuestros compatriotas y sus hijos que han sido una maravilla para mi retoño, pero esa es una historia que merece otro espacio.

Para mi sorpresa, la semana que tenía destinada para preparar todo el merequetengue que, por cierto, volvió a ser de dinosaurios, me ofrecieron dar unas clases de español en un curso intensivo de dos semanas. Así que la situación se puso espinosa, lo bueno es que había elegido una hora intermedia entre el lunch y la cena para evitar la sobrecarga de trabajo. Con un poco de desvelo y sobretodo con presteza, empecé con la recortadera de dinosaurios para adornar la mesa, la impresión de laberintos y hojas para colorear, la compra de dulces, el relleno de las bolsitas y el terminado de la piñata que gracias a mi buena amiga Sofía pudo estar presente en la fiesta.

Para el jueves parecía que todo estaba tomando forma, la poblana estaba muy entusiasmada, los invitados estaban avisados y sólo faltaba el relleno de la piñata y el pastel que se hornearía el mismo sábado junto con las botanas. Saliendo de la clase me llamó mi amiga Martha(mexicana) para avisarme que le pusiera más agua a los frijoles pues la visitaría otra familia mexicana con dos niños más y una adolescente. Para no hacer el cuento largo, se armó la fiesta con los nuevos agregados y otra compañerita de María Luisa que nos encontramos fuera del condominio.



Las circunstancias permitieron que la fiesta se llevara a cabo "como dios manda". La poblana tuvo su piñata con todo y el dale-dale, las mañanitas gracias a la mayoría mexicana y su deseado pastel de chocolate con velitas de dinosaurio. Las velas se empezaron a apagar de puro cansancio, pues a las mañanitas les siguieron el happy birthday y el no sé qué en chino; pero finalmente la festejada pidió su deseo, le sopló a las velas que quedaban encendidas y mordió su pastel.








Aunque había amenaza de lluvia, el buen Tláloc nos hizo el favor desde por allá y todos disfrutamos de la reunión. Los proveedores liberaron un poco de tensión y calor en el agua fresca, las señoras nos dedicamos al chisme para variar y de los niños, como diría mi mamá: por sabido se calla.